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Monday, February 14, 2005

Vogue y la Revolución.

Este día fue cuando empezó todo. El día en el que la portada de la revista Vogue, desplegaba en todo su esplendor una hermosa modelo. Se preguntará usted, ¿Qué tiene eso de particular?, lo que le puedo decir es que aquella no era una modelo regular, nunca nadie se había imaginado ver algo parecido en la portada de tal revista.

Poco a poco se fue corriendo la voz. Para medio día, la gente se arremolinaba para comprar uno de los pocos ejemplares que quedaban. Los altercados no se hicieron esperar; unos violentos y otros no. El mundo luchaba por tener entre sus manos una copia, una de las pruebas, una de las señales. La gente en vano, trataba de descifrar el significado de aquella imagen en la portada.

Para el anochecer las noticias reportaban los violentos sucesos. Robos, golpes y palizas, todo por poseer la impresión de aquella belleza. Nadie parecía encontrar lo que tenía aquella imagen que a todos volvía locos.

Después de una semana, la portada seguía haciendo noticia. La editorial de la revista había ordenado dos tirajes especiales para satisfacer la demanda. La repercusión de aquella imagen no se quedo ahí. Nadie pudo seguir de cerca su influencia en el mundo por que todo sucedía a pasos agigantados. Le llamaban la modelo de la revolución, la gente medía el tiempo de acuerdo a ella. Antes o Después de ella, su nombre en este caso no es importante, éste se vio brutalmente empañado por su imagen.

Quién haya sido el responsable de poner a aquella mujer en la portada, debía de ser un genio. Quien quiera que haya sido, indudablemente tenía el don de la clarividencia. Podía ver a través de la naturaleza humana, podía ver aquello que la gente deseaba. Si bien es cierto, han sido siglos sobre siglos del mismo canon de belleza. Este era el parteaguas de la historia de la moda, ¿Qué digo?, el de la Historia de la Humanidad, esto era destruir a los romanos, a los griegos, a los egipcios, era una nueva caída del Imperio, era vivir el Renacimiento.

Los críticos sociales ya escribían sobre el hecho en los periódicos, invitaban a estudiosos extranjeros a analizarlo, mientras los maestros trataban de encontrar el fondo, la gente rápido se habitúo a lo nuevo. Las tiendas, los restaurantes, los gimnasios y los salones de belleza, adoptaron la nueva ola, haciendo sentir que lo anterior era tan anticuado, tan fuera de la realidad, que se usaba como despectivo.

Aquella mujer con sus curvas vino a revolver el mundo. La anorexia pasó a la historia, todo giraba alrededor de la carne. Entre más tela se usara mejor, entre más grande y redonda la figura, más poder y arrogancia. Desde las celebridades hasta el populacho, trataban por todos los medios de adquirir aquella figura ideal. Nadie se acordaba de las dietas, las básculas, de las limitaciones.

La industria de las píldoras para adelgazar, de los “gurus” del ejercicio, se colapsaba. Los gimnasios ofrecían especiales para redondear el cuerpo con ofertas de 30 días o la devolución de su dinero. Los carbohidratos dejaron de ser del demonio para convertirse en dios.

Nadie lo previno, nadie lo hubiera imaginado. De pronto, todos vivíamos en la era “Boteriana” Las Gracias de Botticelli, eran los modelos a seguir, se hablaba de tallas en dos dígitos. Aquellos diseñadores que se rehusaron a seguir, murieron en el olvido. La carne había reemplazado al hueso.

En la historia se escribía un nuevo capítulo, un capítulo de desenfreno, no sólo en la figura, se desencadenó también el deseo, el deseo desencadenó la abundancia y con ella vino la felicidad. La gente se preocupaba por mantener un rozagante cuerpo. Estos cuerpos trajeron el deseo.

Nadie se acordaba que alguna vez existió hacerse el amor a uno mismo, nadie más se acordaba de la pornografía. Esto no cabía dentro de las nuevas ideas, habiendo todos aquellos cuerpos esperando ser complacidos, no había tiempo para el egoísmo.

Los restaurantes, los centros comerciales, inclusive las Iglesias, en todos estos lugares, habían sitios designados para el amor. Ya no se sabía de límites. A los niños se les educaba desde pequeños a amar. La palabra tabú, fue excluida de los diccionarios, de los santurrones se hablaba en tiempo pasado. Las vírgenes se hacían cada vez más jóvenes. No había reglas para que nadie las rompiera.

Aquél fue el día en que empezó todo, el día en el que los humanos aprendieron a amar.

Fabiola

Día de San Valentín, 2005.

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